9 de febrero de 2015

La iglesia celebra la Jornada de oración del enfermo

Por Agustín Gonzalez.

Tantoyuca, Ver.-En el marco de la XXIII (Vigésima tercera) jornada mundial del enfermo, a celebrarse el 11 de Febrero; el Párroco de la Iglesia Santiago Apóstol, Antonio Godofredo Lerdo Ponce, ofició la eucaristía, este día, en punto de las 10 de la mañana, con el objetivo de orar por todos ellos que llevan el peso de la enfermedad y de diferente modo estar unidos a la carne de cristo sufriente, así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.
El párroco de la Iglesia, Lerdo Ponce, hizo énfasis que en este año el mensaje del papa Francisco, es meditar el tema de libro de Job “era yo los ojos del ciego y del cojo los pies”, y que la enfermedad sea tomada como una bendición también y se haga oración para una sanación.
Cabe hacer mención que esta jornada mundial del enfermo se viene realizando desde el año de 1993,  donde la comunidad cristiana dirigió una atención particular a los enfermos y al mundo del sufrimiento en sus múltiples manifestaciones. En el surco de tan larga tradición, la Iglesia universal se prepara para celebrar, con espíritu de servicio renovado, la jornada  mundial del enfermo, en cuanto ocasión peculiar para crecer en la actitud de escucha, de reflexión y de compromiso real ante el gran misterio del dolor y de la enfermedad.
Esta Jornada, que desde el mes de febrero se celebrara todos los años en la conmemoración de Santa María, Virgen de Lourdes, quiere ser para todos los creyentes "un momento fuerte de oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento para el bien de la Iglesia, así como de invitación a todos para que reconozcan en el rostro del hermano enfermo el santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y resucitando, realizó la salvación de la humanidad" (Carta por la que se instituía la Jornada mundial del enfermo, 13 mayo 1992, n. 3).
La Jornada, además, pretende implicar a todos los hombres de buena voluntad, pues las preguntas de fondo que se plantean ante la realidad del sufrimiento y la llamada a aportar alivio, tanto desde el punto de vista físico como espiritual, a quien está enfermo, no afectan solamente a los creyentes sino que interpelan a toda la humanidad, marcada con los límites de la condición mortal.




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